sábado, 8 de septiembre de 2007

DAMITA TIRAMIZÚ

Simón Childe cerró los ojos un segundo y luego lo soltó:
- “Has jugado Street Fighter? Bueno, así es la vida; Entre más avanzas mas grande y fuerte es el enemigo, mas sangriento, mas mañoso, mas.. invencible.”
Yo escuchaba, yo era una mujer: una mujer blanca como la milka y suavecita como un tiramizú.
El buscaba su arma en la chaqueta tranquilamente mientras enmarañaba palabras ininteligibles; siempre había tenido un siseo al hablar, a veces parecía un niño lenguizopa; a sus cuarenta años y su mar de arrugas, no le quedaba, pero era su ultima bondad, su lenguizopa y sus ojos sinceros.
ZZZZSHIT!- escupió simón; he perdido el arma, ahora que hacemos?
Podemos comprar una! –dije yo dándole ánimos.
- Bueno, cuanto tenemos de duros? Saco de su bolsillo una billetera gastada y comenzó a recorrer con sus dedos temblorosos los billetitos de a 20 dólares, me dijo que podíamos cambiarlos y comprar una calibre 38 con una sola bala, jugaríamos a la ruleta rusa en algún callejón mugroso, y el primero que muriera, bueno, sería el afortunado ganador.
Ah! Simón Childe! tipo desesperado por morirse, menos mal me lo encontré esta noche en mi camino.
Quien es Simón Childe? Bueno, quienes leyeron el cuento “DILE A SARTRE QUE ES EL SIGUIENTE”, (ver De Segunda Mano # 2) lo habrán reconocido como un tipo solitario en medio de un motel barato que divaga sobre la palpitación de un feto y la muerte de un burro en la carretera: es el mismo Simón, el impasible simón. Pero Simón Childe, como todo buen ciudadano, tiene un trabajo.
Simón es asesino.
Simón quita vidas.
Si te portas mal, simón viene a hablar contigo, y mas vale que te mate rápido por que si comienza a monologar tu dolor va a ser peor que la muerte.

Ah mi amado Simón! que bueno es encontrárselo una noche como esta!

Entramos a un callejón lleno de mortecina luz de neón, un paisaje de William Gibson, sin el cielo electrónico, pero sí encapotado de nubes color cobre; así aparece nuestro héroe, justo cuando esta a punto de venirse una tormenta del demonio; abre una portezuela que hasta el momento estaba invisible en la negrura del hueco, entramos y caminamos por un estrecho pasillo lleno de bizarra gente: homosexuales de risa delgada, sados, hijos de puta de la ratonera vida.
Lo toco por el hombro y hago que se voltee ligeramente hacia mi.
-Que hacemos aquí Simón?
- Busco un escenario- dice él con su voz cansada y amable.
Se da vuelta y continua caminando hasta la barra. Parece conocer al barman, hace una seña rápida en forma de V, pienso que esta pidiendo dos copas de vodka pero a cambio el cantinero sirve sobre la gastada madera una calibre 38 y una bala.
- Aquí está, siempre es bueno volver a verlas.
El tipo conoce su negocio, pagó con los billetes de 20; es la disciplina.
- Necesito una mesa cariño! Le digo al barman.
Señala al infinito, digo literalmente al infinito por que no había fachada alguna en el lugar, solo un gris desierto rocoso que se extendía hasta donde el diablo boto el trinche.
- Nena... -Me dice simón cariñosamente tocándome el mentón con sus largos y juguetones dedos. -Allá está la muerte, no queremos ir todavía.
- Por que no? Le pregunto ansiosa.
El toma la pistola y hace girar el tambor con la palma de su mano, el sonido de tiovivo de carnaval que hace el barril mientras gira sobre su eje es reconfortante, es un respiro en medio de el aire mugriento; humo y semen; sexo y vodka. El vodka me revuelca.
Rápidamente un solo movimiento mágico, Simón coloca la bala en el tambor y cierra girando un poco la culata de la 38, fue rápido, casi como un milagro. Uno no se imagina a un lenguizopa peligroso, siempre creemos que los lenguizopas son tarados, lentos, diablos! hay que verlo en su negocio, en su disciplina.
Finalmente dice con una sonrisa:
- No queremos ir allá. Por que aun no hemos sufrido suficiente!

Y entonces, sucede!
Por primera vez me entra el panic.
Algo se martilla dentro de mi, la niña tiramizú ha perdido su suavidad, se hace rígida en un segundo, la espina se ha clavado en la carne de mi espalda y soy empalada ahí mismo, en la silla de la barra; hecha muñeca de cera frente a un hombre que apenas conozco. Siento que se avecina un bloody Marie. Maria, ese es mi nombre, Maria.
Y entonces escucho a David Bowie cantando Mayor Tom
“Control al Mayor Tom”
“Control al Mayor Tom”
“Me siento diferente hoy… ponte el cinturón”
Simón no tiene rostro: la sombra del ala del sombrero le oculta todo rasgo, pero adivino que detrás de la oscuridad existe un lugar desolado, como todos, tiene conflictos con su trabajo, No gana lo suficiente? No es excitante? Acaso está cansado de hacer lo mismo?
Quién soy yo? Maria la del barrio? Maria Bloody Marie? Radio Kills Marie? Quien soy yo? la pobre chica tiramizú que vivió en el filo hasta ese momento del futuro en el que Simón apunte su 38 en mi frente palpitante, yo, la migrañaza chica que no se perdona, un postercito aplastado debajo de un poste de luz meado por mil perros con rabia.
Quien soy?
Quién soy señor Simón?
La pregunta no sale de mi boca, estalla en mi mente de chocolate y da vueltas por toda mi persona vulnerable ante la sombra de Simón... a este punto hemos llegado! me mandan un asesino caballeroso, un filosofo, una mayéutica de plomo!
Quién soy, María, quien soy...
Come, bebe, camina, hace ejercicio, mira la tevé, se acuesta con un hombre que es un dios de “sex”, se aleja, se retrae, se llora, se lagrimea cuando mira la escena final de Dumbo, se droga con sintéticos, se exaspera por el sonido de las bolsas de plástico, le aterran las palomas y le asquean los restaurantes de la calle, quien soy yo maría? La que dejo la radio encendida y muerde los hombros de su chicos los domingos por la mañana...
Yo soy linda, se dice ella.
Yo soy correcta, sólo un poco suicida. Que tiene de malo? Buscando respuestas en su muerte, como si al final un destellito cinematográfico fuera a aparecer con un roll de créditos que dice:

Una producción de María
Escrita y dirigida por María
“MARIA”
María como: Ella misma.
THE END!

El tiempo se acabó. El sujeto que se hace llamar Simón Childe tiene un horario; es la disciplina, no se anda por ahí con vueltas; tiene un hogar, un espacio en el mundo para lavarse los pecados, se llama hogar de alquiler y descansa del largo día, limpia su mente, guarda su arma y duerme, relájate, olvida el olor a pólvora, el eco del disparo y la demencia en los ojos de la chica tiramizú.

Ella, la chica tiramuzú sabe lo que viene a continuación.

- Salgamos. Dice calmadamente Simón
La toma del brazo, la lleva a la entrada que da al oscuro callejón, la lluvia a comenzado: finas gotas estallan en el rostro de ella, el maquillaje se corre un poco, su piel se encoge de frío.
Es lo que buscaban...
Un escenario.
Simón levanta la pistola y la coloca en la sien de la chica tiramuzú, el cañón de la 38 esta mas frió aún que la misma noche, ella solo dice aquello:
- Entonces.. no habrá ruleta rusa?
Simón responde.
- No, yo no puedo morir, no hoy, tengo que hacer estas cosas.
- Y no te gustaría venirte conmigo? podríamos conseguir otra bala.
- No lo tome a mal, me gustaría, pero es la disciplina, tengo un trabajo.
- Quien es tu jefe?
- Es una catatónica
- Donde vive?
- En un manicomio
- Como te contrata
- Me llama por teléfono.
Silencio. Ella ya no tenia mas preguntas; las respuestas eran precisas, no decían nada, al fin al cabo, iba a morir, que importaba.
El roll de créditos estaba cerca...
...Pero entonces se le ocurrió otra pregunta
- Dime Simón... Eres feliz?
El sonido del arma se multiplico en mil explosiones cuando el eco golpeo las profundidades del callejón, el destello fue limpio, grande, hermoso, blanco, preciso; la bala rompió el hueso y cortó el interior de su mundo, ella, la chica tiramuzú, se desplomó con ligereza casi elegante, su cuerpo frágil como un suspiro aun era precioso. Su piel ablandó, su rostro se relajó, su mirada cesó
Simón se agachó junto a ella. Tomó el arma y la puso la delicada mano de la mujer, el índice en el gatillo y apuntando a la herida de entrada.
Fue suicidio
Otro trabajo mal pago de Dios.
- Con algo de suerte- Pensó simón en su silencio- alcanzará a ver su nombre en el roll de créditos.
Si, la vida se parece a ese video juego, entre más avanzas mas difícil se pone.

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